Publicado originalmente en frutalvegetal.blogspot.com el SÁBADO 10 DE DICIEMBRE DE 2011

Hambre Emocional
Hola amigos/as del Camino Frutal:

En la entrada anterior les comenté que les escribiría sobre los tipos de hambre clasificados de acuerdo a Don Bennett, un amigo y reconocido experto en salud enfocado a la alimentación frutal y vegetal. Bueno, aquí van dos de los cinco tipos de hambre, específicamente los referidos al instinto básico de las formas de vida: 1) Buscar el placer y 2) Evitar el dolor. Cuidado, si el instinto no está bien calibrado; es decir, que el organismo en cuestión no esté bien nutrido y que tenga procesos de digestión -y pensamiento-  tóxicos y deficientes, entonces el apetito natural e instintivo por alimentarse se convierte en un impulso -quizá desenfrenado- por comer y devorar lo primero que esté al alcance, y más aún, buscando lo que no es benéfico para la construcción del cuerpo y nocivo para sus procesos.

1 )     Hambre emocional para evitar el sufrimiento (para evitar el dolor): Se experimenta cuando el comensal intenta inconsciente o conscientemente prevenir los sentimientos fuertes y doloroso; ya que tanto para mantener un sentimiento (por ejemplo, ante una pérdida o situación trágica) como para digerir comida pesada es necesaria gran cantidad de energía nerviosa y en la mayoría de los casos solamente es posible que el cuerpo soporte uno de esos acontecimientos a la vez. En pocas palabras, muchas personas que tienen una enorme pena comen desenfrenadamente para trasladar la atención de la mente hacia la digestión. La solución más fácil que puedo recomendar ante este tipo de hambre por evasión es: que la persona en cuestión se mantenga activa utilizando gran parte de su energía en una de sus actividades o deportes favoritos, así podrá focalizarse y distraerse de sus malestares emocionales.

2 )    Hambre emocional para entrar en la zona de confort (para buscar el placer): La experimentamos cuando nos sentimos vulnerables ante cierta situación y como defensa nos vienen memorias de otros momentos reconfortantes que incluyen diversas imágenes y recuerdos de comida. Es común, por ejemplo, que recordemos las comidas procesadas que ingeríamos en las fiestas de diciembre o en las celebraciones de cumpleaños como formas de reafirmar  un pasado hermoso y lleno de vida, o que invoquemos la sopa especial de mamá cada vez que estamos resfriados. La mejor solución (y lo sabemos bien) es buscar a las personas que hicieron posibles esos momentos, pues lo que realmente queremos para reconfortarnos y animarnos es la experiencia de esos recuerdos y no precisamente la comida; es decir, que lo maravilloso de la fiesta fue la compañía y el factor decisivo en la sanación del cuerpo fue la presencia de los padres y no la comida procesada que ingerimos en esos momentos. Seamos valientes y pro-activos y abrasemos nuestro feliz pasado cada vez que lo necesitemos, pero desde la emociones y no desde la comida, que fue sólo un accesorio de esos recuerdos. Más aún, es necesario hacer nuevas asociaciones con los alimentos frutales y vegetales para que llegue un punto en nuestra historia en el que las memorias estén cargadas igualmente de amor, como de alimentos nutritivos y podamos ir más allá de la frase: “se me antoja pollo asado como el que me comía de pequeño cuando había fiesta y todos estábamos juntos” para decir: “¡con qué alegría recuerdo las tardes depic-nic-frutal con mi familia y amigos, pues todos estábamos reunidos y muy felices… qué placenteras fueron… pronto organizaré otras!” 




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    ¡Guimo: frutariano disciplinado, estudiante de la nutrición humana y amigo del mundo!

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